Una semana después del salto a la reja por parte de los almonteños, hoy hacemos una crónica y breve análisis de los que dio de sí la Romería en honor de Nuestra Señora del Rocío, patrona del pueblo de Almonte. Haciendo incapié en nuestra ciudad, donde todo comenzaba el miércoles, con media hora de diferencia con otros años. Sin duda era el miércoles de carretas, era el miércoles de la salida de la Real Hermandad de Emigrantes de Nuestra Señora del Rocío de Huelva, más popularmente conocida como la Hermandad de Emigrantes. Tras la emotiva y singular misa de romeros, la comitiva comenzaba su recorrido con la novedad de la vuelta al recorrido tradicional, una novedad que era anunciada por el presidente de la junta gestora un par de semanas antes de la salida. Tras su visita a la Policía Nacional y a la Comandancia de la Guardia Civil, el obispo de la diócesis de Huelva, Monseñor D. José Viaplana, y la Hermandad de los Judíos, hacían entrega de una ofrenda floral en el porche catedralicio. Continuaba su paso por la ciudad por un ya lugar tradicional de cante, el Colegio Santo Ángel de la Guarda, donde sus alumnos le cantaron sevillanas al simpecado y a toda la comitiva. Tras su paso por las calles traseras a la Gran Vía, la corporación hacia su particular ofrenda floral al monumento de la Virgen del Rocío, sita en la plaza del Punto, y tras esta parada la hermandad llegaría a las puertas del consistorio, donde un coro flamenco y la Banda Sinfónica Municipal amenizaban la gran petalada sobre la carreta de plata. Continuaba su recorrido hasta que llegó su despedida oficial de la ciudad. Como siempre el lugar elegido fué la Comandancia de Marina y a partir de ahí la hermandad y todos sus peregrinos abandonaron la ciudad por la Punta del Sebo. Tras la pernocta en Tres Rayas y un día más de camino, la filial número 38, se postró un año más a las plantas de la Blanca Paloma.
Un día después llegaba el jueves de carretas, el jueves en el que tenía lugar la salida de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Huelva, más popularmente conocida como Hermandad del Rocío o de Huelva. Los cohetes, la ausencia de clases educativas y los carros y caballos que inundaban la avenida de Andalucía, eran pruebas de que era el día soñado por muchos rocieros. Tras la misa de romeros oficiada por D. José Antonio Sosa, el simpecado inconfundible de la filial onubense salía de su casa hermandad entre vivas, salves y aplausos. Tras abandonar la carreta las inmediaciones de la plaza Paco Toronjo, la comitiva, que en total la formaban 10.000 personas, avanzaban por la avenida de Andalucía y la calle Galaroza hasta llegar al emblemático lugar de la parroquia de la Virgen del Rocío, donde el señor obispo hizo entrega de un ramo de flores antes de la salve rezada para despedir a la hermandad. Por las grandes avenidas continuaba la comitiva hasta llegar a la plaza del Punto y así al monumento de la Reina de las Marismas. Tras abandonar este singular lugar, la carreta de plata llegaba a una abarrotada plaza de la Constitución donde se vivieron momento emotivos con la petalada y los cantes del Coro Flamenco del Lazareto. Tras abandonar la parroquia de la Purísima Concepción y así el casco histórico de la capital, llegaba el momento de la despedida de la misa en la Comandancia de Marina donde sus componetes entonaron la salve. Tras dos días de camino con pernocta incluida en el paraje de La Matilla, la filial número 8 llegó a la aldea almonteña y con ella comenzó esta intensa romería.
Tras el anticipado salto a la reja y posterior procesión de la Virgen del Rocío por la aldea del mismo nombre, las dos filiales onubenses volvieron a la capital el pasado miércoles para poner fin un año más a la Romería del Rocío de 2018.
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